REPASANDO EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

REPASANDO  EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

La Constitución del Vaticano II sobre la Liturgia en la Iglesia inició una reforma muy profunda de la liturgia de la iniciación cristiana. Esta reforma tiene dos características: la adaptación real del ritual a la condición de los niños (anteriormente se usaba un resumen del ceremonial propio de los adultos), y el retorno a la antigua tradición del catecumenado de adultos dividido en varias etapas. Por “niños”, el ritual entiende aquellos que aún no han llegado al uso de razón, y,por tanto, “no pueden tener ni expresar una fe personal”. Por ello el ritual fija su atención en los Padres: deben recibir una preparación de cara a la participación consciente en la celebración. Para el ritual, los padres ejercen un verdadero ministerio, ya que son ellos (que representan a la comunidad eclesial) quienes piden públicamente el bautizo del niño; ellos lo signan en la frente, después del celebrante; ellos hacen la renuncia al mal y
pronuncian la profesión de fe, ellos llevan al niño a la fuente bautismal, ellos encienden el Cirio; ellos reciben una bendición especial.

La Iglesia, que recibió la misión de
evangelizar y de bautizar, bautizó
ya desde los primeros siglos, no
solamente a los adultos, sino
también a los niños. En aquellas
palabras del Señor: “El que no
nazca de agua y de Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios”
(Juan 3,5), siempre entendió la
Iglesia que no había de privar del
bautismo a los niños, porque
consideró que son bautizados en la
fe de la misma Iglesia, proclamada
por los padres, padrinos y demás
presentes. Ellos representan tanto
a la Iglesia local como a la
comunidad universal de los santos y
de los fieles; es decir, “a la Madre
Iglesia”, que “toda ella, en la
totalidad de sus miembros,
engendra a todos y a cada uno”
(San Agustín, Epistolae, 98,5).
Ahora bien, para completar la
verdad del sacramento conviene
que los niños sean educados
después en la fe que han sido
bautizados. El mismo sacramento
recibido será el fundamento y la
fuente de esta educación. Porque
la educación en la fe, que en
justicia, se les debe a los niños,
tiende a llevarles gradualmente a
comprender y asimilar el plan de
Dios en Cristo, para que finalmente
ellos mismos puedan libremente
ratificar la fe en que han sido
bautizados.
(Ritual del bautismo de niños,